El comienzo.

 

            Mi historia comienza allá por el año 1962, cuando en la ciudad de Caracas, Venezuela, mi padre, un italiano de nombre Vicenzo Migliore, hijos de emigrantes, sobrevivientes de la segunda guerra mundial, a la edad de veintidós años conoce a mi madre, Hilaria Hepaina romero, una jovencita hermosa de apenas trece años de edad, pero quien ya tenía una hija de un año, dicen que el amor nació a primera vista, mi padre un catire ojos verdes, cautivaba con su porte a muchas jovencitas de la época, pero fue mi madre quien le robo el corazón.

       Así empezaron una relación que al cabo de un año dio como fruto a este servidor, una tarde del doce de agosto de mil novecientos sesenta y tres en la maternidad concepción Palacios.

       Todo iba a la perfección en sus primeros años, pero la inmadurez de ambos aunados con los celos enfermizos de mi padre tornaron aquella relación en algo muy toxico para aquella relación, las peleas eran cada día más intensas llegando inclusive al maltrato y adivinen quien era el cobrador final?...exactamente, era yo pues según las historias de mi abuela materna hasta llegaron a querer matarme, sobre todo mi padre que era de carácter muy violento, hay anécdotas muy fuertes de estos eventos, como por ejemplo que mi padre me coloco en el asfalto caliente, totalmente desnudo y me quería aplastar con un tubo de concreto de esos que se usaban para drenar las aguas servidas o cuando lanzo a mi madre de un tercer piso y luego se lanzó el, en un intento de homicidio- suicidio, o que mi mama me arrojo en una mesa de billar donde mi padre jugaba para dejarme con él y luego andar en una gandola  ( Pues su trabajo consistía en manejar este tipo de vehículos)   Pero en honor a la verdad, no es sino hasta la edad de seis años cuando mi mente recuerda con claridad cada una de mis vivencias y es desde allí que parte mi verdadera historia.

Lo que recuerdo de mi niñez era que vivíamos en una casita muy  humilde pero cómoda en los Magallanes de Catia, gramoven, no era en el cerro sino en la calle principal, yo jugaba con mis tíos que también eran muy chicos, con ellos iba al basurero a ver si conseguíamos algo que nos permitiera luego jugar en casa, la verdad es que el único trauma que tenía, era cuando nos encontrábamos con  una señora con problemas mentales a quien llamaban “mariota”  y que nos perseguía hasta vernos entrar en la casa, el resto para mí era felicidad, mi abuela Ana siempre consentidora nos bañaba para luego darnos una taza de chocolate caliente con galletas, mis tías en sus quehaceres y mi madre trabajando como stic tris lo que ahora llaman estriples.

            A mi padre muy poco o nunca lo veía pues sus viajes lo mantenían muy ocupado, según él, pero eso si no dejaba de enviar dinero a mi madre para mi manutención, un día soleado en esos que las nubes son escasas y muy blancas y en el cielo el color azul predomina intensamente, nos encontrábamos toda la familia materna reunida como era costumbre, mi abuelo estaba en una silla de ruedas pues se encontraba enfermo, mi abuela preparaba alguna comida en la cocina y era ayudada por mis tías, en la sala estábamos mi madre, mi hermana, un tío y yo.

           Mi madre pelaba unas naranjas con un cuchillo que recién había mandado a amolar con uno de esos señores que pasaba de casa en casa ejerciendo aquel oficio.

           De repente se estaciona  un carro en frente de la casa, era un  wolwagen blanco y de él se bajó mi padre con una actitud de pocos amigos, mi familia sentía un verdadero terror ante la presencia de ese hombre,  inmediatamente mi madre cerró la puerta y todos se pusieron a temblar, pero mi padre arranco una de las ventanas e ingreso a la casa aún más furioso, mi madre trato de detenerlo amenazándolo con el cuchillo pero no tuvo suerte, mi padre se lo arrebato al mismo tiempo que le daba un puñetazo y la hacía caer sin sentido, mi pobre abuelo se interpuso con su silla de ruedas ante la puerta y fue arrojado sin ninguna contemplación al medio de la calle, todos estaban bajo los efectos del terror que aquel hombre imponía, me agarro por un brazo y me hizo subir a aquel automóvil de un solo empujón, se montó y arrancamos con rumbo desconocido.

          En el interior de aquel carro se hallaban dos mujeres totalmente ebrias, más el chofer y mi padre, mis pensamientos eran confusos, el miedo me hizo orinar encima y esto fue más que motivo suficiente para recibir dos cachetadas por parte de mi padre, mientras las mujeres reían y hasta llegaron a vomitar, el chofer era un tipo muy mal encarado y al ver a las mujeres ensuciar su automóvil se detuvo y las saco a empujones e insultos dejándolas abandonadas en plena avenida, entre el murmurar grosero del chofer seguimos el viaje hasta las inmediaciones de  puente llaguno, donde un tío mío de nombre Camilo Migliore, tenía una pensión de mala muerte, allí nos dejó aquel carro.

         Al llegar a la pensión mi padre hablo algo con mi tío quien me vio sin ningún tipo de interés y siguió en sus quehaceres cotidianos, en el cuarto que rentaba mi padre se encontraba una mujer de nombre Carlota aguilera y dos niñas que resultaron ser mis hermanas, Sandra y Marisol, eran hijas de mi padre con aquella mujer, después de decirle a carlota que yo permanecería allí hasta que él lo quisiera mi padre me mando a bañar y se fue a jugar pool.

 

 

                                   Comienza la pesadilla.

    

  Carlota era una de esas mujeres de apariencia tranquila, con una sonrisa siempre a flor de labios, pero que en su interior escondía una personalidad perversa y cruel, mi llegada era como una espina clavada en lo más profundo de su ser, en presencia de mi padre aparentaba un amor muy bien disimulado, pero cuando mi padre partía a sus viajes, afloraba en ella toda esa maldad volcándola hacia mí.

       Apenas llegue a aquella pensión, y aun en mi inocencia de niño sentí que mi estadía no sería lo más placentera, pues veía en la mirada de aquella mujer un brillo de maldad que me hacían temer, mis pensamientos eran muy confusos, había  sido arrebatado de mi casa maternal, de mis costumbres, mis juegos, los cariños de mi abuela y hasta de los regaños eventuales de mis tías, extrañaba enormemente todo aquello. En aquella pensión todo se reducía a un mísero cuarto donde no podía ni ver la luz del sol, un baño interno inservible servía como depósito de cosas viejas. Afuera los demás inquilinos eran como personas ajenas a la realidad, cada quien luchando con el día a día para sobrevivir en la gran urbe, muchos eran extranjeros y personas venidas desde el interior del país, probando suerte y con la esperanza de una vida mejor…que lejos estaban de la realidad, mis dos hermanas eran apenas unas bebas y eran ajenas a todo lo que les rodeaba, claro que había otros niños a los cuales escuchaba jugar afuera, pero no me era permitido salir.

       Mi padre como de costumbre salió a jugar billar y tenía planeado en dos días hacer uno de sus viajes, en cuanto mi padre salió, el temperamento de aquella mujer cambio por completo, me dijo con voz tosca y autoritaria “ te me vas para ese rincón y no se te ocurra pararte ni hablar o ya verás las consecuencias, allí me quede dormido hasta muy entrada en la noche cuando mi padre regreso, ella solo dijo…” el niño se quedó dormido y no lo quise molestar, así siguió la rutina durante los siguientes dos días, mi padre salió a su viaje que duraban hasta una semana  

      Carlota solo espero el tiempo necesario para estar segura de la partida de mi padre, enseguida me tomo de brazo y dándome una cachetada me encerró bajo llave en aquel baño que servía de depósito, solo me pasaba un poco de comida y agua una vez al día y tenía que hacer mis necesidades en el retrete sin agua, no había luz y la oscuridad me causaba un temor muy grande, pero no había manera ni llanto que conmovieran el corazón de aquella mujer, en ese inmundo baño era encerrado hasta que sabía de la llegada de mi padre el cual tenía el gran error de avisar a mi tío por el teléfono local, allí me sacaba, me tenía que bañar y limpiar todos mis excrementos acumulados, me vestía y luego venia la gran amenaza…” si dices algo te ira peor” …!!!peor!!!, pensaba  yo, como si no fuera suficiente aquel infierno que estaba viviendo, pero aquella amenaza surtía un efecto muy fuerte en mí y mi padre no se daba cuenta de mi estado de ánimo, de mis lágrimas cuando lo veía, no se daba cuenta que con mis ojos le suplicaba que no se fuera de nuevo, que me llevara con él, que no me dejara solo de nuevo con aquella mujer , pero  solo recibía maltrato de ambas partes pues mi padre decía que yo era un “ marica llorón”

           Así paso un año de tortura, una tarde una de las inquilinas toco a la puerta de nuestra habitación, buscando no sé qué y escucho mi llanto que provenía de aquel baño, le pregunto a carlota y ella solo dijo…” ese es el bastardo hijo de Vicente que es muy malcriado”, yo creo que aquella vecina se quedó con la espina pues fue a hablar con mi tío camilo y este se presentó en la habitación, entrando de manera brusca y pidió a carlota que me sacara, cuando me vio en aquel estado me saco de allí y me llevo a su habitación hasta el retorno de mi padre, fue una semana estupenda, buena comida, por fin podía jugar con los otros niños siempre bajo la mirada supervisora de mi tío camilo quien estaba pendiente de que aquella mujer no volviera a poner sus manos sobre mí.

          A la llegada de mi padre mi tío le conto todo, eso fue como una explosión, se metió en la habitación y le dio una golpiza a carlota que casi la mata, tomo su ropa y la poca que yo tenía y nos fuimos para calabozo Edo Guárico, yo creo que aquella situación le había venido a mi padre “como anillo al dedo” pues él ya pensaba dejar a carlota porque había contraído matrimonio en ese pueblo “calabozo” con una dama llamada Rosa Esperandia, hija de un acaudalado ganadero de la región, dueño de casi medio calabozo, esta dama se desempeñaba como maestra en la principal escuela pública, no por necesidad sino por vocación.

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