El Comienzo de una nueva etapa

 

Mi llegada al terminal del nuevo circo marco una etapa sin precedentes en mi historia, pues no sabía  que hacer en aquel mundo totalmente diferente para mí, lo primero que hice fue encontrar un lugar donde poder descansar y así me dirigí a la sala de estar del terminal, me acomode en uno de sus bancos de concreto, todo a mi alrededor era verdaderamente poco común, se podían ver personas indigentes y con problemas mentales dormitar en los mismos bancos, personas que pernotaban por necesidad en los mismos espacios, así como personas que como yo estábamos cansados por el viaje, todos teníamos algo en común…buscábamos descanso, pero también había allí mesclados entre la gente, ladrones dedicados a robar los equipajes a los viajeros exhausto, tenían una gran habilidad para sustraer las pertenecías de las personas aun cuando estos colocaban los bolsos de cabeceras yo observaba todo esto y el sueño había huido de mi por temor a perder lo poco o nada que había traído en mi alocada fuga de mi hogar, en un momento llego la policía y empezó a parar a todo el mundo y a pedir cedula de identidad yo tenía la mía conmigo y cuando me preguntaron con quién andaba les conteste que con mi madre que había ido un momento a comprar algo de comida, y como me vieron con equipaje me creyeron, se llevaron a las personas indigentes, corrieron a los locos a punta de coñazo y se llevaron también a unos cuantos menores que estaban en situación de calle.

Ante el temor de que volvieran los policías salí a las inmediaciones del terminal y vi algunos autobuses que iban a la guaira, tenía una idea vaga de lo que era aquel lugar, lo que recordaba es que mientras jugaba a lanzar paracaídas con mi tío, mi hermano y algunos amigos del barrio niño Jesús ellos decían que la guaira era lo que se veía a lo lejos desde aquel cerro y que allí estaba la playa, la verdad nunca había visto el mar, tome el autobús y me dirigí hacia lo que mi imaginación de un niño de once años dictaba, que era un lugar paradisiaco donde podía empezar a vivir a mi manera.

Esta travesía fue corta y fue poco lo que pude ver en su recorrido por lo avanzada de la hora, pero si pude apreciar los túneles que eran larguísimos, después solo sé que llegamos a nuestro destino y el autobús solo llego al paseo macuto, allí nos bajamos todos los pasajeros, tome mi maleta y me dirigí hacia la orilla de playa, a pesar de ser de noche no dejaba de impresionarme tanta agua pues la extensión más grande que había visto era la represa de calabozo pero esto lo superaba con creces, de verdad estaba exhausto y el cansancio vencía mi cuerpo, buscaba un lugar donde poder recostarme y descansar un poco, me dirigí hacia un grupo de  piedras que se adentraban hacia el mar y a pesar de que el viento era fuerte y el ruido de las olas al romper en contra de aquellas piedras que al principio era molesto me quede profundamente dormido entre una abertura que me servía de refugio…fue el canto de las gaviotas y el sol naciente dándome directamente al rostro lo que me hizo despertar, ahora pude contemplar la majestuosidad de mar, algunos botes de pescadores habían llegado y descargaban una cantidad y variedad de pescados que jamás había visto, busque mi maleta para sacar mi cepillo dental y cuál fue mi sorpresa que no la halle, me la habían robado durante la noche mientras dormía, de verdad me desespere, había perdido mis pocas pertenencias y hasta mis documentos, solo me quedaba el dinero ( veintinueve bolívares), no había nada que hacer, me había quedado solo con la ropa puesta, me fui para la orilla a lavarme la cara y enjuagar mi boca y mis lágrimas y que creen?... Descubrí que el agua del mar era salada, si jajajajajaja era salada, acostumbrado solo a ríos y al agua dulce de la represa no pasaba por mi imaginación que el agua del mar fuera salada. Miré a mi alrededor y vi algunos grifos de agua dulce a la orilla de la playa donde la gente se bañaba luego de salir de la playa para sacar el agua salada, me dirigí allí y pude lavar mi cara.

la tarde comenzó a caer y empecé a preocuparme por donde iba a dormir, me senté un rato en la orilla de la playa a pensar que haría ahora y si había sido una buena decisión huir de la casa, por nada del mundo quería ir donde mi familia maternal pues era el primer lugar donde mi padre me buscaría. me levante fui hasta una panadería cercana, compre dos panes y un jugo y me volví a sentar en la orilla a comer mientras pensaba donde iba a dormir, ya había pasado  casi todo el día en aquella playa, entonces me aventure a echarme un bañito porque vi que todavía había personas que lo hacían sin ningún problema, estaban también unos muchachos como de mi edad, ellos jugaban y se divertían a su modo y se veía que no había ningún adulto con ellos, busque la manera de acercarme y tratar de averiguar si conocían algún lugar donde pudiese pasar la noche y no me fue difícil, ellos me convidaron a jugar y en lo que restaba de la tarde estaba contándole mi historia y lo del robo de mis maletas, les convide unos panes y un refresco y uno de ellos se ofreció en llevarme para su casa  a pasar la noche.

La casa de aquel chico quedaba en uno de los barrios del litoral, era un rancho que se veía desaseado, su madre era una alcohólica y tenía dos hermanos más, uno mayor que él y una hembra mucho menor, desde el primer momento la madre se opuso a mi estadía y solo accedió a que pasara la noche y que al siguiente día tendría que irme, pero algo era algo y ya tenía donde pasar la noche, nos acomodamos en un viejo colchón y así dormimos hasta el otro día.

Pablito, así se llamaba aquel niño, trato de convencer a su madre para que yo me quedara, pero ella estaba renuente y tuvimos que salir de aquel rancho mal oliente, nos fuimos para la playa y me robe unas toallas y un bolsa de unas personas que se estaban bañando, nos fuimos a caminar un rato y llegamos a un lugar donde se estaban exhibiendo unos cuadros y otros artículos de un pintor llamado Reverón y que todo el mundo decía que estaba loco, bueno allí me robe dos cuadros pequeños los cuales envolví en él, paño, salimos y se los regale a Pablito en un gesto de agradecimiento por la ayuda que me había prestado.

Me hubiese gustado quedarme en la casa de Pablito pero como no fue posible me fui de nuevo para el malecón y allí me puse a mirar a unos Señores que estaban pescando, entable conversación con ellos y me brindaron una comida. la conversación fue muy fluida y amena y hasta celebramos que la pesca era buena, como ellos tenían pensado pasar toda la noche en esa faena me quede con ellos hasta el amanecer, ya entrada la mañana me convidaron un café y se despidieron deambule por la playa viendo a la lejanía los barcos inmensos y soñando despierto con estar en uno de ellos, veía a los alcatraces lanzarse con asombrosa precisión al agua y capturar los peces que eran su alimento, así me sorprendió el atardecer y pude contemplar los hermosos colores en el cielo cuando el sol empieza a ocultarse,   ahora debía partir porque no tenía donde quedarme y ya el día empezaba a morir de nuevo, tome la decisión de devolverme al nuevo circo donde por lo menos había unos bancos de donde podía dormir, tome el autobús rumbo a caracas, había llegado con una maleta y ahora me iba con tan solo un bolso que contenía ropa que no me servían y una toalla.

La verdad es que no se si regresarme al nuevo circo fue una de las decisiones más inteligentes o si por el contrario era un gran error, lo cierto es que cuando llegue  comencé a deambular por sus alrededores, la vida allí era muy agitada, autobuses estacionados por las distintas pistas esperando el ingreso de pasajeros, personas moviéndose nerviosamente buscando cual era el que debían de abordar, vendedores ambulantes populaban por doquier con sus distintas mercancías, policías tras los ladrones arrebatadores de cadenas y zarcillos, indigentes pidiendo ayuda monetarias…etc., en fin un mundo completamente nuevo para mí y muy distinto al que pude observar a mi llegada…claro había llegado de noche cuando todo cambiaba de manera radical y los demonios eran distintos, porque yo ni siquiera me imaginaba el infierno en el que me había metido…pero ya lo comprobaría por mí mismo.

Aun me quedaba algo de dinero, pero pronto empezaría a escasear y eso lo sabía muy bien, pero aun así compre una parrilla que termino de dejarme en una situación económica nada envidiable, a decir verdad, me dejo sin fondos, pero en mi inocencia de niño no pude resistirme a aquel agradable olor que emanaba de aquel local donde las expendían y termine cayendo en la tentación al costo de quedar sin un bolívar en los bolsillos.

 La noche como un manto sombrío y con un frio que me calaba hasta los huesos me obligaba a buscar refugio, aun así espere hasta una hora avanzada y me dirigí hacia la sala de estar, me recosté en unos de los bancos y me quede profundamente dormido, desperté sobresaltado al sentir a un policía sacudirme y preguntarme que hacia allí, trate de engañarlo con el mismo argumento anterior de que esperaba a mi madre, pero esta vez no funciono pues no tenia equipaje, fui conducido junto a otros menores en situación de calle a unos calabozos muy pequeños que estaban ubicados dentro de la comisaria del mismo terminal, nos obligaron a desnudarnos y cada dos horas nos mojaban con agua que estaba muy fría, al llegar la mañana nos soltaron a todos y entable amistad con aquellos muchachos de la calle, de allí aprendí a sobrevivir a aquel mundo lleno de maldad, comíamos de la basura de los restaurantes como Mac donal, Burger King y donde quiera que expendieran comida, la mayoría de las veces éramos correteados por los empleados de estos establecimientos pues los dueños preferían botar aquellos desperdicios que dejárnoslos comer, dormíamos en distintos escondites a la orilla del rio Guaire donde las ratas eran nuestras compañeras, o en los arboles de los parques, total cualquier sitio era bueno con tal de estar a salvo de los policías que parecían tener un círculo vicioso en cuanto a agarrarnos, hacernos pasar una mala noche y luego soltarnos, otros inconvenientes eran los malandros que les gustaba golpearnos para descargar su “nota”, nos hacían correr como locos y si lograban agárranos nos golpeaban, muchas veces logramos emboscarlos y le caíamos a pedradas y eran ellos los que salían todos heridos por las pedradas, también debíamos luchar contra los cacorros que eran gente enferma que les gustaba abusar de los niños de la calle muchas veces engañándolos con promesas, se los llevaban y luego los violaban, gracias a Dios nunca fue mi caso pues toque con la suerte de ser instruido ante estos peligros por mis compañeros.

La verdad que todo eso me cansaba un poco, la maldad era la reina de nuestras vidas y cualquiera que se atravesara en nuestro camino se convertía en nuestra víctima, robábamos, golpeábamos y no respetábamos a nadie, nuestro lema era la maldad y con ella sobrevivíamos a ese mundo hostil que nos tocaba enfrentar cada día, probé por primera vez la cola de zapato, era una droga muy poderosa pero con efectos muy cortos que te hacían perder la noción del tiempo y precisamente por ser de tan corto periodo su duración de alucinamiento te obligaba a ser dependiente de una bolsa contentiva de tan letal sustancia, a mí no me agrado en lo absoluto y a pesar de haber inhalado esa sustancia en varias ocasiones solo por estar en consonancia con el grupo, la mayoría de las veces me rehusaba a usarla y eso fue motivo para ser expulsado de entre ellos, sintiéndome solo esa noche me acorde de mis oraciones y ore a ese Dios que permitía que tanta maldad existiera en el mundo y del cual ya tenía poca fé y convicción, busque un lugar donde pasar la noche y conseguí una “caleta” entre una casa en ruinas que me permitió poder descansar tranquilo, al despertar explore aquella vieja casa y para mi sorpresa encontré un cajón de limpiar zapatos, pero lo grande de aquel hallazgo no era el cajón en  sí, no las condiciones en que estaba, estaba hecho de una madera negra reluciente muy pulida en su interior se hallaban todos los implementos para trabajar, cepillos para pulir, cepillos para poner el betún, betún de los cinco colores que existían, negro, marrón, amarillo, rojo y  neutro, para cada color un par de cepillos, tenía sus trapos para lustrar, su bombita para echar el agua y hasta un par de calzas para no manchar las medias de los clientes y lo más asombroso era que todo este material estaba nuevo es decir no había sido usado nunca, quizás en ese momento no me daba cuenta de la magnitud de aquel milagro pero hoy  sé que no hay más explicación solo que Dios escucho mi oración y puso aquel cajón en mi camino a fin de ayudarme en mi sobrevivencia.

Tome mi cajón y enseguida empecé a limpiar zapatos y me fue muy bien ese día logre sacar para la comida sin tener que buscar en la basura y las personas no me veían con tan malos ojos como cuando andaba con la banda, al caer la noche busque un refugio y aunque al principio me dirigí a la vieja casa, desistí de eso cuando observe a unos tipos dentro de ella consumiendo marihuana, me dirigí a un parque cercano al nuevo circo y allí entre dos enormes piedras que servían de adorno me quede dormido con mi cajón como almohada, cuando desperté me encontraba arropado con bolsas de papel de esas donde venía la harina de las panaderías, cerca de mí un viejo con el cabello y barbas blancas también dormía plácidamente, trate de irme sin hacer ruido y desde su lecho el viejo me pregunto, ¿dormiste bien? me frene en seco y le respondí, si gracias señor, el me contesto no me des gracias a mi sino a Dios que te mando hasta aquí donde pudiste dormir, de allí empezamos una conversación muy sincera, a él le conté exactamente mi historia y me convido a quedarme junto a el hasta que yo quisiera, aquel viejo llamado Rodolfo, vendía tijeras y hojillas de afeitar en el nuevo circo y se convirtió en mi Ángel guardián y concejero desde aquel momento, juntos salíamos a trabajar yo con mi cajón y el con sus tijeras nos iba bien todo los días me enseño lo importante de mantener mi cajón bien equipado.

Cierto día me enseño como comprar el periódico a la media noche en la torre de la presa, y cómo venderlo, entonces íbamos comprábamos la prensa y así en la madrugada caminábamos por la avenida baral, bajábamos por la lecuna, entrabamos a los bares vendiendo y luego terminábamos en el nuevo circo donde rematábamos nuestra mercancía para luego irnos a descansar, ya los policías no eran un problema pues él les decía que yo era su nieto y eso bastaba para que no me molestaran, también comprábamos la crónica policial y yo me encargaba de venderla diciendo cosas como “ compre su crónica policial, mire al portugués que salió preñado del venezolano” esta estrategia fue un bum pues vendía toda la crónica en cuestiones de minutos ante la hilaridad de las personas que veían mucha gracia en mi forma de vender, comencé a limpiar zapatos en los bares pero siempre con Rodolfo esperando afuera y no era que aquel viejo se aprovechara de mi por el contrario me instaba a ahorrar y era el, quien muchas veces pagaba la comida, solo lo hacía por protección, ya los policías, las personas del nuevo circo y hasta los choferes me conocían y se habían convertido en mis clientes habituales, muchas veces ayudaba a los dueños de los restaurantes en la limpieza y me pagaban con comida al igual que los dueños de los carritos donde vendían perros calientes, en fin en un año me había adaptado y sobrevivido gracias a la ayuda de Rodolfo.

Un día descubrí una nueva caleta, creo que aquí también la mano de Dios estuvo muy presente, se trataba de un local al lado de un hotel donde solía limpiarle los zapatos al dueño del mismo, al parecer estaba abandonado hace ya mucho tiempo y quien me dio el pitazo fue una de las camareras que me había tomado mucho cariño, trepe por un poste e ingrese por el techo….aquello era verdaderamente una bendición, habían dos camas, una nevera, una cocina con muchos implementos, ollas, sartenes etc…tenia baño, un escaparate con ropa, había sabanas y también cualquier cantidad de repuestos de ferretería, Salí y me dirigí donde Rodolfo que me dijo que eso no podía ser que ese local era ajeno pero ante mi insistencia accedió a ir conmigo, claro que por su edad no pudo trepar por el poste, pero de nuevo mi mente maquino una idea le dije  que dentro había muchos candados que si lográbamos quitar los que ahora estaban le pondríamos candados nuevos y así entraríamos por la puerta principal, de verdad que aquel viejo estaba muy renuente a mis planes, estaba yo tratando de convencerlo cuando salió el dueño del hotel y nos vio, llamándonos no pregunto que estábamos haciendo y yo le conté toda la verdad y nuestras intenciones, el mismo busco una cizalla y corto los candados franqueándonos la entrada solo que había una condición, solo podíamos ir a dormir, no podíamos estar durante el día y tampoco podíamos sacar nada de aquel local, pero que más podíamos pedir eso era más que suficiente, un lugar donde dormir con todas las comodidades, resguardados del frio de la noche, pusimos candados nuevos y empezamos a quedarnos en lo que sería nuestra nueva caleta.

Y así se nos había solucionado nuestro problema de vivienda, aunque fuera momentáneamente, claro respetando siempre los acuerdos que habíamos pactado. Una noche Rodolfo se encontraba un poco indispuesto para ir a comprar la prensa y le dije que podía hacerlo solo, él se opuso pero yo insistí y me fui a la torre de la prensa compre el periódico y salí como de costumbre a recorrer los bares, pero en mi trayectoria fui interceptado por un hombre negro que me quito los periódicos y también el poco dinero que cargaba y me dio dos fuertes patadas por el trasero, sin más que hacer me fui para el nuevo circo pues no tenía ganas de ver a Rodolfo y contarle como me habían robado por no hacer caso a sus concejos, un policía me abordo y me pregunto porque no estaba vendiendo la prensa y donde estaba “ mi abuelo”, le estaba contando lo del robo, cuando se aparece el negro vendiendo mis periódicos, que gran error el de ese hombre de ir precisamente al nuevo circo a vender lo que me había quitado, yo enseguida grite que era el que me había robado, trato de huir pero fue tarde, las personas que me conocían lo atraparon y le dieron una golpiza de padre y señor nuestro, me devolvieron lo que me había quitado y yo creo que hasta un poco más de dinero, lo llevaron detenido y yo me fui para donde Rodolfo y le conté lo sucedido, desde ese día quedamos en que no trabajaríamos más por las noches.

Y de esta manera trascurrió un  año y medio desde que había escapado de casa y les juro que era feliz, ya hasta había olvidado hasta los malos ratos que había pasado y en mi andar diario cada día se fortalecía más mi aprendizaje de sobrevivencia en aquel mundo lleno de tanta maldad…pero  como todo tiene un principio y un fin muy pronto llegaría para mí el fin de aquella primera etapa en el nuevo circo…y más adelante comprenderán el significado de mis palabras.

Era un día muy soleado y tenía pensado bajar a la guaira a echarme un bañito de playa con una novia que tenia y que me había enseñado a hacer el amor, ella era mucho mayor que yo y nos veíamos eventualmente, era mi costumbre bajar  de vez en cuando y así aprovechaba a visitar a Pablito al que ocasionalmente veía cuando bajaba y  le llevaba pan y leche a sus hermanos, pero primero debía de trabajar un poco para tener algo más de dinero porque lo que tenía ahorrado era para comprar unos zapatos y una ropita…todo aconsejado por el viejo Rodolfo que cada día me instaba a ahorrar para “ el futuro” pero ese día aprendí que el futuro es incierto y creo que también aprendí a vivir el día a día porque desde ese momento nunca más volví a ahorrar, estaba pues en mis menesteres de trabajo cuando sentí una mano que me agarro fuertemente del brazo, al voltear…la sorpresa más grande de mi vida, era mi tío Richard junto a mi madre que me habían encontrado y que según ellos llevaban ya tiempo buscándome porque mi padre les había contado de mi fuga y aunque ellos no tenían ni idea de donde yo podía estar alguien del barrio les había dicho que habían visto a un niño con mis características en las inmediaciones del nuevo circo, trate de escapar pero fue inútil, se acercaron unos policías al notar el rebullicio y no me quedo de otra que quedarme tranquilo, Rodolfo que estaba cerca también trato de intervenir pero al saber que era mi madre solo me concejo que fuera con ella y resignado me sometí al deseo de la mayoría que por supuesto no era el mío, en ese momento perdí mi amado cajón de limpiar zapatos y todos mis ahorros que estaban en la caleta… y así llegamos de nuevo al barrio niño Jesús.

Comentarios

  1. José Vicente,tu historia me estremeció.
    Cada escena que narras se siente viva, cruda, real… como si uno caminara contigo entre los bancos del terminal, sintiera el frío de la calle, o escuchara la voz sabia de Rodolfo.
    Has vivido más que muchos, y sin embargo conservas una mirada que transforma el dolor en enseñanza, y la calle en poesía.

    No dejes de escribir.
    Tus memorias no son solo tuyas: son un faro para quienes creen que no hay salida, un refugio para quienes han vivido el abandono, y un testimonio que grita que la vida —a pesar de todo— merece ser contada.

    Sigue, porque tu voz no solo sana, también ilumina.
    Bendiciones.
    Con amor ,
    Nakari Aquino.🤗🤗🤗

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  2. Gracias hermana, uds estan siempre en mi corazon

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