La fuga imposible
Los calabozos de castigo eran pequeñas celdas en muy mal estado alejadas del recinto principal, muy incomodas y que solo recibían un poco de aire y luz del día por una pequeña ventana situada en lo alto del calabozo desde donde se podía mirar un poco patio exterior, la rutina era una sola, en la mañana se nos sacaba a asearnos en un pequeño baño que no tenia nada de higiene, allí vertíamos nuestros desechos acumulados en perolas, nos bañábamos y teníamos un tiempo de diez minutos para esto aunque casi siempre los custodios recortaban este tiempo hasta en cinco minutos, luego de nuevo al calabozo donde se nos daba una sola comida al mediodía, no se nos permitía hablar entre nosotros ni tampoco tener algún libro que nos pudiese ayudar a matar el tiempo, solo pensar y dormir y eso aunque suene fácil es verdaderamente matador, luego la oscuridad de la noche donde bandadas de zancudos hacían desvelar al mas bravo pues el calor eran tan sofocante que si te cubrías con algo te asfixiabas.
Quince días en aquellos calabozos fueron suficientes para poner en orden mis ideas, había allí otros dos menores castigados por robar comida y otras pequeñeces, empecé a comunicarme con ellos en horas claves cuando los custodios cambiaban de guardia y estaban entretenidos, obtuve información muy valiosa sobre las estructura de aquel reten, ya que no conocía nada sobre ese tema por haber pasado solo unas horas en sus instalaciones antes de ser llevado a los calabozos de castigo, supe que el paredón de la derecha daba a la casa de la gobernación, el de la izquierda al comando de la guardia nacional, el del frente por supuesto era la entradas y el del final donde estaban las celdas de castigo daban a un rio de aguas negras que recogían los desechos de todas las instalaciones de los alrededores, por mas que le daba vuelta a mi cabeza no veía la forma de poder hacer efectiva una fuga...pero Dios tenia otros planes y es que para el no hay nada imposible y si el lector analiza mis escritos se dará cuenta de que siempre la compañía de el me ha acompañado y protegido poniendo ángeles en mi camino y aliviando de alguna manera mis pruebas.
Habiendo cumplido los quince días se me llevo de nuevo a la oficina del director quien dio la orden de que se me incorporara al resto de la población penal, cuando llegue al patio todos los menores me veían con respeto, incluso bajaban la mirada ante mi, diablo rojo fue a mi encuentro y me agradeció el no haberlo delatado, los menores a los que había herido ni siquiera se me acercaron y de angoleta supe que aun permanecía en el hospital, cunado llego la hora de dormir me cambiaron de dormitorio para que no coincidiere con los menores heridos y así comencé una nueva rutina y todo el mundo respetaba mi espacio.
Al cabo de dos semanas abrieron un curso de albañilería para hacer reparaciones en las celdas de castigo, enseguida me anote mas para matar el tiempo que para otra cosa ya que esto nos permitía pasar el día fuera del recinto y por lo menos tomar los rayos del sol, aunque ya al mediodía se volvían insoportable salíamos temprano, luego del desayuno y nuestra labor era demoler parte de aquellas celdas con unas grandes mandarrias, luego de tres días, ya en mi mente tenia un plan de fuga elaborado, era riesgoso pero era una opción y no la iba a desperdiciar pues alguna vez en alguno de los calabozos que había conocido leí una frase que rezaba "Vale mas una libertad peligrosa que una esclavitud tranquila" "Simón Bolívar" y estaba muy de acuerdo en eso en aquellos momentos pues faltaban pocos días para que regresara angoleta al reten y con el los problemas de nuevo.
Había notado que el custodio encargado de vigilarnos se ausentaba por escasos unos diez minutos todos los días a una hora fija, luego llegaba con los ojos rojos y una risa que denotaba que se había estado drogando, ese lapso de tiempo lo utilizábamos para fumarnos unos cigarrillos pero yo tenia otros planes solo faltaba convencer a los otros seis menores a acompañarme en ellos y aunque no había dicho nada hasta el momento estaba dispuesto a asumir el riesgo, como era imposible escalar los muros la única opción era abrir un boquete con las mandarrias y eso debía hacerse en el tiempo que nos daba el custodio mientras se drogaba, llego el día en el que decidí dar marcha a mi plan aun a riesgo de fracasar pero lo haría, como trabajábamos con bragas ese día me puse una muda de ropa debajo, todo marcha bien pensaba yo, los nervios parecían traicionarme pero pude controlarlos, cunado llego la hora y el custodio desapareció de nuestra vista le dije a los menores vamos a fugarnos, todos me vieron asombrados pero no le di tiempo a reaccionar tome mi mandarria y empecé a golpear el muro con todas mis fuerzas, a Dios gracias que estaba construido con bloques de cemento y no en hormigón, logre abrir un pequeño hueco, los otros menores aol ver esto se unieron sin pensarlo y en pocos minutos teníamos abierto un espacio suficiente para pasar por el pero con lo que no contábamos era que había un abismo de casi seis metros desde el suelo del patio al rio de aguas negras que por allí pasaba, todos nos quedamos paralizados por un momento a la vez que se escucho el grito del custodio que ya venia de vuelta y corría en dirección nuestra para tratar de impedir nuestra fuga, sin pensarlo empuje a uno de los menores y fue como un efecto domino todos se fueron lanzando rápidamente quedando yo de ultimo y a punto de ser capturado pero logre lanzarme también, el sedimento del rio hacia que nos enterráramos casi hasta la rodilla y aunque todos lograron salir al mas gordito se le hacia muy difícil, todos se perdieron entre el monte yo me devolví y ayuda a salir a aquel menor hasta la orilla mientras desde arriba el custodio profería todo tipo de amenazas e insultos.
Aunque había involucrado a aquellos menores en la fuga y había ayudado al gordo a salí hasta la orilla mi intención era seguir solo, pues sabia que solo tenia mayor posibilidad de éxito de pasar desapercibido, que andar con una banda y así se lo hice saber al gordo al que le conmine a tomar un camino distinto al mío, tome una ruta en el monte siempre siguiendo el cause del rio, que no sabia a donde me conduciría pero era solo el instinto el que me movía, después de quince minutos de carrera la sed me atormentaba y decidí tomar agua de aquel rio a pesar de haber visto unos letreros con unas calaveras pintadas que advertían la contaminación de aquellas aguas, carajo pero me sacie de ellas, tome un botella plástica que conseguí en la orilla y lo llene para llevármela, decidí salir del cause del rio y me dirigí directamente a los morros de san juan los cuales podía ver desde donde estaba, llegue a los morros y subí hasta muy alto desde donde podía visualizar parte de la ciudad y una carretera a lo lejos, hay decidí descansar un poco a los otros menores jamás los volví a ver, ya caía la tarde cuando vi a los lejos a un grupo de personas que estaban como buscado algo y puede distinguir el uniforme de los custodios del reten acompañados de la policía, era el grupo de búsqueda que buscaba recapturar a los fugados, me puse en alerta, ya que aun estaban lejos y aunque yo los veía ellos no podían verme, encontré una abertura a ras del piso casi en la orilla de un barranco, recogí un buen numero de piedras, borre mis huellas de la tierra y allí me metí me o mejor dicho me enterré tapándome con las piedras y tierra dejando solo una pequeña abertura para poder respirar, al rato el grupo paso cerca de mi pero la verdad era que la prueba se hacia cada vez mas difícil, decidieron descansar justo donde muy cerca de donde yo estaba, los escuche decir que habían capturado a cuatro de los siete pero que estaban seguros que ninguno lograría llegar lejos, después de casi media hora que para mi se hicieron una eternidad, decidieron seguir y aunque estaba casi asfixiado decidí esperar la noche para salir de mi tumba provisional. Cuando salí ya no se veía nada me sacudí la tierra, me quite los zapatos y sacudí todo el barro pegado en ellos me despoje de la braga y quede con la ropa que me había puesto debajo, aunque estaba mojada estaba limpia, no así los zapatos y mi cuerpo, aunque me había lavado un poco con el agua que recogí del rio emprendí camino hacia donde había visto la carretera, la plaga era voraz, encontré en el camino una parcela, había un pipote con agua llena de saltones y un pequeño rancho hecho de zinc, todo estaba solo, despegue una lamina y me metí adentro, había un pequeño catre cuyo colchón era puro cartón y una cobija que olía a campamento de loco...nada mas pero para mi era mas que suficiente para pasar el resto de la noche, me eche un buen baño con un pedazo de jabón panela que conseguí cerca del pipote y me volví a meter al rancho, tape bien la abertura por donde había ingresado y me quede tan rendindo que ni la plaga sentí, me desperté sobresaltado y ya casi amanecía salí y tome una trocha (especie de camino angosto) que me llevo directamente a la carretera, ya las personas estaban empezando a salir para sus trabajos, nadie se fijaba en mi lo que me indicaba que había sido certera mi decisión de mantenerme solo, a lo lejos puede ver una parada de autobuses con varias personas esperando, me dirigí hacia allá y me senté a esperar no se que pero sabia que debía de estar allí, llego un autobús que iba hacia caracas pero yo no tenia ni medio en los bolsillos, le pedí la cola al chofer y me dio un no rotundo, todos subieron y el ultimo era un señor mayor y me dijo sube hijo que yo te pago el pasaje, es por eso que digo que Dios siempre ha estado de mi lado y siempre ha mandado ángeles a ayudarme y así emprendí el viaje para caracas lejos de san juan de los morros y logrando una fuga que parecía imposible,
Leer cada línea de lo que viviste es como asomarse a un abismo y al mismo tiempo ver una luz que nunca se apaga. Tu historia no es solo una fuga de San Juan de los Morros ni un viaje hacia Caracas… es un testimonio viviente de cómo Dios nunca te ha soltado la mano, incluso cuando todo parecía perdido.
ResponderEliminarDesde aquella noche en que dormiste rendido sin siquiera sentir la plaga, pasando por el momento en que te enterraste en la tierra para esconderte de aquellos q t buscaban, puedo ver la huella de un Dios que te protegía en silencio. Qué fuerte debió ser tener que cubrirte con piedras y aguantar respirar mal y calor para no ser encontrado, tragarte el miedo y soportar todo solo con la fuerza de tu voluntad… y aún así, salir adelante.
Y luego ese amanecer… esa trocha que tomaste casi por instinto, como si ya supieras que algo te esperaba del otro lado. Llegar a esa parada de autobuses sin saber exactamente qué esperabas, pero con la certeza de que debías estar ahí, es otra señal de que estabas siendo guiado por algo más grande que vos. La gente pasaba sin mirarte, y quizá eso también fue un milagro: la invisibilidad como refugio.
Pero lo que más me conmueve es la aparición de ese caballero. Ese último pasajero que, sin conocerte, sin preguntarte nada, decidió pagarte el pasaje. Un verdadero ángel que Dios puso en tu camino justo cuando más lo necesitabas. Fue su forma de decirte: “Sigue, hijo. No estás solo. Te estoy abriendo camino”.
A veces uno cree que la vida es solo dolor y lucha, pero tu relato deja claro que hay momentos en que la gracia se manifiesta con toda su fuerza. En medio del escape del retén de san Suan de los Morros, del hambre, siempre hubo algo que te sostuvo. Dios, no hay duda de que siempre ha estado contigo, acompañándote.
Gracias por tener el valor de compartir tu verdad con tanta honestidad. Y sé que aún te quedan muchos capítulos por escribir, guiado por esa misma fuerza que nunca te ha dejado.
Efectivamente hermana la mano de Dios siempre ha cubierto mi vida, con su protección he podido sortear momentos muy difíciles y aún he logrado eludir a la muerte aunque en muchos momentos la haya visto cara a cara...quedan muchas cosas que contar y me alegra que sigas pasó a paso mi escrito ...te amo..un abrazo y recibe mi bendición
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