Tucupita

 

Cuando llegamos al barrio mi abuela como siempre se desvivió en caricias y lamentaciones, "hay mi niño donde estabas, estábamos muy preocupados por ti, mira como estas de flaco" etc., mi tía lula al igual que mi abuela también se unió a las lamentaciones de ella, del resto todos eran indiferentes, solo a diferencia de Jose Miguel o “pepe” como cariñosamente le llamaban...Él era un español que se había casado con mi madre y estaba muy enamorado de esa negra, tanto así que al momento de escribir esta líneas ya tenían más de cincuenta años de matrimonio, pero volvamos al relato, pepe le había propuesto a mi madre partir hacia el pueblo de Tucupita por allá en el Delta Amacuro. Tucupita era un pueblo pequeño pero muy prometedor para sus planes ya que un amigo de él había montado un restaurante llamado “los cuchilleros” y  había logrado calar entre la clase más prestigiosa de aquel pueblo y como ya tenían todo preparado solo fue cuestión de dos días para emprender el viaje, por supuesto que durante esos dos días no se me permitió salir del cuarto ante el temor de que me volviera a fugar y no estaban equivocados pues era la idea principal que ocupaba mi mente así que me mantuvieron encerrado en el cuarto de mi madre hasta el día de nuestra partida hacia  aquel pueblo.

De verdad que el viaje fue algo tedioso pues eran doce horas de camino y aunque viajábamos en un autobús con todas sus comodidades tantas horas me causaban agotamiento, pero por fin llegamos, luego de pasar por el cierre que no era más que unas compuertas que controlaban el cauce del rio Orinoco y sobre ellas una alcabala de la guardia nacional, cabe destacar que esa era la única vía de entrada y salida de Tucupita y que después de ese pueblo ya no había más carretera sino selva y rio…

El rio Orinoco surtió un efecto muy positivo en mí, grande, majestuoso, imponente, jamás había visto un rio con esas dimensiones y mi mente olvido por un momento que estaba allí en contra de mi voluntad, luego del cierre el rio seguía siendo igual de inmenso, sin poder observar casi nada porque ya caía la noche, retorne a mis pensamientos los cuales se oponían a los sucesos que estaba viviendo, no adentramos en el corazón de aquel pequeño poblado y llegamos a una hermosa quinta propiedad del amigo de pepe quien al igual que el se llamaba Miguel, allí nos acomodamos en unas muy buenas habitaciones y se nos invitó a comer al restaurante que por su éxito permanecía abierto hasta muy avanzada la noche, comimos de lo más rico y todo era una experiencia para mí, fuimos a descansar  y así prepáranos para al otro día terminar de instalarnos, ya Miguel había conseguido una casa muy bonita también para que la familia nos estableciéramos y la verdad que lo había hecho bien pues era una quinta un poco más pequeña que la suya pero estaba completamente amoblada y equipada hasta con comida.

Y así al otro día nos instalamos en lo que sería nuestro nuevo hogar, Pepe se fue a trabajar al restaurante y nosotros nos quedamos organizando nuestras cosas, un cuarto para cada uno, mi hermana Yanet tomo el primero, mi madre el cuarto principal, a mi hermano Jesús le asignaron el tercero y a mí el último cuarto, el que estaba casi en el patio, creo que lo hicieron con la intención de hacerme sentir mal pues el trato de ellos hacia mí era despectivo, incluyendo a mi madre, solo pepe me trataba con un poco de cariño y yo pensaba …bueno si no me quieren para qué carajo me sacaron de donde yo era totalmente feliz, de verdad no lo entendía, pero eso era lo que había y a eso tenía que resignarme a mis escasos once  años y medio, ya que me parecía imposible salir de aquel pueblo por mis propios medios y eso fue mermando mis ganas de fugarme de nuevo.

La vida para ellos se convirtió en una monotonía a pesar de sus esfuerzos por cambiar esta situación pues ellos veían un pueblo carente de algún ambiente en que distraerse, salvo las veces que íbamos a restaurante mientras yo veía todo un paraíso por explorar, a dos cuadras de nuestra casa estaba el rio Orinoco y allí estaba construido el paseo “manamo” que era algo así como un nombre indígena, de los indios wuaraos  que habitaban aquellas tierras, en la orilla de aquel rio estaba  media hundida una   "gabarra”, una especie de barco pequeño que alguna vez navego por esas aguas pero que ahora yacía moribunda en sus orillas, cerca de allí la casa indígena, una casona construida por el gobierno a fin de albergar a los indígenas que venían de la selva a vender sus productos en el pueblo, traían pájaros , cestas, verduras, pulpa de moriche y artesanías, todo esto para mí era algo hermoso. Muchas veces me escondía en la gabarra y veía como los indígenas se bañaban exhibiendo su desnudes  a orillas del rio, no sufrían de pudor o vergüenza y eso también me llamaba la atención pues no existía el morbo entre ellos.

Mi madre me había inscrito en un colegio llamado Carabobo que quedaba cerca de la casa. En verdad todo quedaba cerca por lo pequeño del pueblo allí debía terminar de cursar el sexto grado que era el año en que había quedado cuando me fugue de calabozo, en esa escuela me recibieron sin ningún tipo de documento que acreditara mi trayectoria estudiantil, solo me preguntaron donde había estudiado, me hicieron un examen y listo, a estudiar. La escuela era pequeña, nada comparado con la de calabozo, pero era muy agradable, los compañeros se comportaban de la manera más cordial conmigo, pero con toda la malicia que traía y toda la calle vivida pronto me hice líder o el más popular como suele decirse, pero no desarrolle maldad alguna en contra de mis compañeros, sino que los enseñe a fumar cigarrillos y a escaparnos para el rio con las muchachas donde nos besábamos y nadábamos un poco, mi turno era el de la tarde y eso me permitía hacer otras actividades en la mañana, como ir a pescar al rio o ir a la casa indígena a admirar los animales que traían los indígenas o simplemente pasear por el paseo manamo y todo iba bien, mi madre ni siquiera se preocupaba donde andábamos o que hacíamos, eso sí mostraba un poco de preocupación, por nuestra asistencia al colegio, el trabajo de pepe ( mi padrastro) no marchaba muy bien pero en el poco tiempo que había estado en los cuchilleros ( unos  meses despues) había logrado ahorrar lo suficiente para independizarse y montar un restaurante llamado “ el alcañiz”, se me pidió o exigió que ayudara en ese negocio durante la mañana y después de salir de la escuela, eso me limitaba en mi rutina pero la verdad es que no me desagrado pues me compraron una bicicleta de reparto de esas que traen una cesta adelante, en ella debía hacer las compras  en el mercado de todo lo que se iba a necesitar para la jornada del día, muchas veces ni podía con el encargo por lo pesado, pollo, carne, papas, legumbres  era parte de las compras pero como siempre me quedaba algo pues aprendí a regatear con los vendedores para mí era una compensación que me producía satisfacción al tener dinero en mi bolsillo, luego de llevar las compras al restaurante, pelaba las papas ( un saco) bajaba todas las sillas del comedor, vestía las mesas y colocaba platos y cubiertos en ella, cuando llegaba el personal de cocina ya tenía todo muy adelantado para la jornada del día, habiendo hecho estas cosas me ponía  hablar con los cocineros y a ayudarlos en algo, llegada la hora del almuerzo me ponía un traje de mesonero y atendía la clientela del mediodía hasta la una de la tarde pues a la una y media me tocaba ir a la escuela, mi trabajo como mesonero también me generaba ganancias con las propinas y eso aumentaba el flujo de dinero en mi bolsillo y me permitía ser en la escuela aún más popular al tener como brindarles a todos mi amigos y a las muchachas casi que a diario mi padrastro siempre fue o es un buen hombre y reconocía mi trabajo pero mi madre no permitía que se me hiciera pago alguno, pero él siempre me daba algo a escondida, bueno así pasaron ocho meses desde que pepe monto el “alcañiz” y todo iba bien hasta que un día se aparecieron mi abuela con mi tío Israel y mi tío Richard, la verdad que Richard era mi karma, que mal me caía este tipo, allí cambio todo, mi madre exigió que las compras la realizaran ellos así como el trabajo de mesonero y que a mí me fuera asignado solo pelar las papas, limpiar el negocio y surtir las cavas con las cervezas, por supuesto que me revele y aunque pepe me dio la razón , la que mandaba era mi madre, pues decidí no ir más al restaurante lo que ocasiono la ira de mi madre quien comenzó a maltratarme con un cable, pero eso no me hizo desistir de mi decisión, pues a ellos si les pagaban por lo que yo hacía de gratis y de paso lo que tenía que hacer no me lo iban a pagar tampoco, y así comenzaron los conflictos apenas a casi una año de haber llegado a Tucupita, como ya no tenía ingreso que percibía de las propinas comencé a robar el restaurante, me escapaba en horas de la madrugada y  me  introducía por el techo y como ya sabía dónde pepe guardaba el efectivo del día le robaba algunos billetes con los que poder seguir comprando y brindando en el colegio y hasta un loro que le compre a los indígenas se lo regale a mi abuela con el dinero robado, mi abuela había alquilado una casita a unas cuantas cuadras de la casa de mi madre pero con la diferencia que en esta casita el patio era el rio Orinoco, allí me iba siempre y aunque mi tío Richard siempre me corría nunca le hice caso, allí en ese rio aprendí a nadar y siempre dejaba un nylon tirado en las noches, lo amarraba a la puerta de la cocina y en la mañana tenía un bagre o una doncella o cualquier pescado para desayunar y como mi abuela era todo amor conmigo siempre me defendía y me dejaba estar allí con ella,  iba con los compañeros de la escuela y presumía de mis dotes de nadador en aquel rio que era muy traicionero y la que la gente le temía pues eran varias las personas ahogadas en esa zona. luego  hice amistad de un muchacho al que apodaban el “chiripa” era una especie de delincuente de baja monta cuya familia era de lo mas marginal posible, sus hermanas llenas de piojos y mal vestidas, su madre una alcoholica desorientada y un hermano drogadicto que me enseño a fumar marihuana, la primera vez que probe aquello me dio una  "pálida" de padre y señor nuestro, tuvieron que hecharme encima casi un pipote de agua, a el lo hice cómplice de mis robos y ya no era solo el restaurante sino que nos metíamos en diferentes negocios del pueblo, una noche nos metimos en una panadería para robar dulces y al salir vimos que nos estaban esperando para agarrarnos salimos corriendo por el tejado, cuando íbamos por el techo del cine este se vino abajo y chiripa cayo incrustado entre los asientos, yo seguí corriendo y logre escapar y llegar a la casa sin que nadie se diera cuenta, chiripa quedo muy mal herido, pero nadie sabia la identidad de su cómplice, porque gracias a Dios por cuestiones de tiempo nunca me habían visto con él ni lo había llevado casa de mi abuela solo habia visitado la suya en unas cuantas ocasiones, la mayoria de las veces nos veíamos en las noches a orillas del paseo donde nos habíamos conocido…también era que apenas si llevábamos unas tres semanas de amistad, pero lo cierto es que  desde ese día deje de robar en los negocios la familia del chiripa trato de contactarme pero yo me encerré en la casa solo salía para asistir a la escuela y desistieron de hacerlo,

Ya casi terminaba el año escolar y se nos mandó a hacer una tarea que consistía en elaborar una regla, en madera que se asemejara lo más posible a las que vendían en la quincalla, esa tarea iba a ser esencial para las notas de fin de año, como deben de suponer mi ánimo en esos días estaba de los mil demonios pero aun así salí con la mentalidad de cumplirla, me acerque a una ebanistería o carpintería muy cerca de la escuela, habían en la parte de afuera unos pipotes de color azul donde botaban los desechos de las maderas que allí utilizaban, me dirigí hacia ellos con la sana intención de encontrar algún retazo de madera que me sirviera para realizar la tarea, casualmente ya habían recolectado la basura pero en el fondo del pipote había quedado un trozo que podría servirle, pero para agarrarlo debía introducir mi cuerpo  casi hasta el fondo y así lo hice, cuando sentí un fuerte golpe en mis nalgas que me las   dejaron ardiendo, Salí como pude y  vi que era el dueño de la carpintería quien me había dado con una tabla que aún conservaba en la mano, este señor era paralitico y se desplazaba en una silla de ruedas eléctrica, al momento lo tumbe de la silla y comencé a golpearlo y a darle patadas, le quite la tabla con que me había pegado y comencé a darle fuerte por la cabeza, el gritaba pidiendo ayuda y se arrastraba hacia la carpintería como el gusano que era, salieron unos hombres que trabajaban con él y quisieron agarrarme pero les caí a pedradas lo que hizo que se refugiaran dentro de la carpintería, pero yo estaba endemoniado me metí a carpintería con un par de piedras en la mano y todos se escondieron, agarre un galón de tiner (producto muy inflamable) y los rocié en la madera, saque un yesquero que siempre llevaba conmigo y le prendí fuego a aquella carpintería.

Aquel fuego se extendió rápidamente alcanzando otros comercios y casas de la cuadra, se podría decir que se desato el verdadero infierno, yo al ver aquellas llamas de verdad que me asusté mucho pues nunca pensé que podía tener esas consecuencias aquel arrebato de ira, afortunadamente no hubo víctimas que lamentar pero yo salí corriendo y me fui para la casa solo para recoger algunas cosas y un cuchillo y enseguida me fui a casa de mi abuela quien al verme enseguida me pregunto qué pasaba, yo le conteste diciendo en pocas palabras lo que había hecho, en ese momento llego la policía y yo corrí hacia la cocina, un vecino chismoso que estaba en la casa de mi abuela y había escuchado lo que yo había dicho queriendo tirárselas de héroe trato de agarrarme pero fue un error suyo ya que saque el cuchillo y le propine una cortada muy profunda en su estómago, alcance a ver en mi desesperación por huir como se le salían las tripas a aquel hombre, sin pensarlo dos veces me tire al rio, un policía hizo lo mismo en un intento por capturarme pero enseguida me adentre rio adentro y aquel policía tuvo temor y desistió de su intento. Desde el rio podía ver la casa de mi abuela, al vecino lo habían montado en la patrulla para trasladarlo al hospital, dos policías se quedaron en la orilla mientras se comunicaban con sus radios, luego me entere que se comunicaban con el destacamento de la guardia nacional pidiendo apoyo con una lancha para capturarme en el rio.

De verdad que la adrenalina ligado con el miedo estaban haciendo mella en mí, en medio de aquel río sentí mis fuerzas desfallecer, un frio profundo inundaba todo mi cuerpo, en un último intento trate de nadar hacia la otra orilla pero estaba lejos, entonces me deje llevar por la corriente resignado a engrosar la lista de los ahogados en aquel peligroso y traicionero rio, ya no se veía la casa de mi abuela, solo éramos el rio y yo… cuando ya no podía más sentí  moverse debajo de mi a un animal muy grande, imaginen lo que sentí, el miedo se multiplico por mil, pero aquel animal no me atacaba sino por el contrario me ayudaba a mantenerme a flote, cuando salió y salto a mi lado pude ver que eran las dos toninas que yo siempre observaba en las tardes cuando contemplaba el rio desde la casa de mi abuela, y que eran una especie de delfín de agua dulce, aunque sentía todavía temor también sentí alivio pues había escuchado muchas historias donde las toninas salvaban a las personas de morir ahogadas, logres asirme a una de sus aletas y ella me llevaron muy cerca de la otra orilla donde había unos indígenas en una curiara, ellos estaban de pesca pero al ver que las toninas me estaban salvando enseguida me montaron en su curiara y recogieron las redes de pesca…se dirigieron rio abajo en el preciso momento en que la lancha de la guardia se remontaba rio arriba en mi búsqueda, mis hermanos wuaros  ( así los llamare desde ahora y por siempre) me llevaron a la casa indígena es decir justo al lado de la guardia nacional, pero allí no entraba ni policía, ni guardia, ni nadie a quien mis hermanos no invitaran, pase escondido entre ellos pues en el pueblo aun persistían las señales del incendio y en el rio se podían observar algunas embarcaciones buscando entre las aguas “al muchacho que se había ahogado al escapar de la policía” y estas noticias no eran ajenas en la casa indígena

La verdad es que ya yo había visitado la casa indígena por las afueras cuando iba a comprar algunas cosas y aves para mi abuela, pero por dentro era verdaderamente otro nivel, indiecitos corriendo por todos lados, chinchorros hechos con fibra de moriche colgados por todos lados así como colchonetas en todos los rincones, algunas fogatas que servían de cocina…bueno Raúl me llevo ante el cacique de su aldea para presentarme en esa trayectoria la curiosidad de los hermanos era notoria, me tocaban y jalaban suavemente el cabello y reían entre ellos, llegamos ante el cacique, un hombre de muy avanzada edad pero que conservaba una fortaleza increíble, vestido a la usanza de la ciudad pero en su cabeza conservaba un penacho de plumas símbolo de su autoridad, me miro con ojos interrogantes y pregunto en su lengua a Raúl cual era el motivo de mi estadía entre ellos, entonces Raúl empezó a relatar lo que yo le había contado y el con un gesto apacible escuchaba la historia, pero cuando Raúl llego a la parte de las toninas su rostro cambio completamente y las exclamaciones y murmuraciones entre los escuchas se hizo sentir, me miraban asombrados y percibí que su asombro se convirtió en respeto. El cacique pidió a Raúl que me preguntase si quería irme con ellos dentro de tres días a los caños de arawaimujo que era la parte de la selva donde estaba su aldea, y yo que iba a hacer, para donde iba a coger si en todo el pueblo no se hablaba de otra cosa que del incendio y de mi presunto ahogamiento, por supuesto que dije que sí. Todos los pormenores de lo que relato Raúl y de la decisión del jefe de la tribu lo pude saber luego que Raúl me lo conto pues era claro que no podía entender aquella lengua desconocida hasta ese momento por mí.

Me acomodaron en una colchoneta y me trajeron mucha comida, los niños se reunían a mi alrededor solo para observarme, durante los dos días siguientes Raúl me traía noticias de lo que se decía en el pueblo y la noticia era que me había ahogado en el rio aunque aún no se había recuperado mi cuerpo, las labores de búsqueda proseguían en aquel caudaloso rio, así pasaron los tres días  y llego a la casa indígena un viejo camión 350 que nos trasladaría hacia barrancas que era la parte donde estaban las curiaras (especie de bote pequeño, de construcción artesanal, hecho del árbol) las que nos llevarían a arawaimujo, debíamos pasar obligatoriamente por la alcabala del cierre pero como dije anteriormente eso no era ningún problema ya que a los hermanos wuaraos no los molestaba ninguna autoridad, ellos tenían sus propias leyes y eso era respetado, pasamos sin problema alguno, llegamos a barrancas, era un embarcadero donde había muchas curiaras, de diversos colores y tamaños, casi todas contaban con techos para proteger del sol inclemente, abordamos la nuestra, era de tamaño regular, con un motor fuera de borda y con 14 contenedores de gasolina de aproximadamente 15 litros cada uno, nos embarcamos y comenzamos nuestra navegación por el rio Orinoco, lo que yo conocía del Orinoco era una pequeñez comparado con la verdadera majestuosidad que ahora observaba, imponente, con una majestuosidad impresionante, después de siete horas de navegación llegamos a boca grande, allí sí que era inmenso, los cargueros petroleros provenientes de ciudad bolívar, que por allí pasaban por su ruta natural para sacar el oro negro hacia distintos destinos en el mundo, levantaban unas olas capaz de sacudir de manera peligrosa la pequeña embarcación donde navegábamos pero la verdad es que no había miedo en ninguno de nosotros y el operador de la curiara era un hombre muy diestro, con mucha experiencia en sortear estos peligrosos momentos, pues cualquier error nos podía hacer caer en aquellas aguas que como fauces de un gran monstruo nos devorarían por su corriente impetuosa. Pasamos por santa catalina y luego de nueve horas de haber salido de barrancas tomamos un remanso del rio, o brazo como se le conoce en la ciudad pero que en el idioma coloquial es conocido como “caño“o canal, su anchura era como de unos ocho metros, su profundidad quien sabe, lo cierto es que nuestro operador disminuyo la velocidad y seguimos la navegación con un poco más de precaución, aquel caño era como especie de un túnel vegetal. Grandes árboles extendían sus ramajes como queriendo besar el agua, bandadas de pájaros multicolores volaban entre ellas muchas veces espantadas por la presencia de monos que se movían de rama en rama emitiendo chillidos de alerta ante la invasión de su hábitat, en ambas orillas se alcanzaban ver algunos caimanes o cocodrilos de gran tamaño que al pasar de la curiara de sumergían en el agua, había tanto pescado en ese caño que al pasar de la curiara saltaban por si solos dentro de la embarcación lo que provocaba la hilaridad de todos porque muchas veces nos golpeaban en alguna parte de nuestro cuerpo, nuestro viaje verdaderamente era toda una aventura ( por lo menos para mí) por ser la primera vez que hacia una travesía semejante, pero algo que llamo mucho mi atención es que en medio de aquella selva había una bodega…si una bodega donde se expendía gasolina, víveres y chucherías, esta bodega era atendida por un hombre corpulento de la etnia de los wuaraos que vivía con seis esposas con las que tenía una veintena de hijos, todos Vivian bajo el mismo techo sin ningún tipo de problemas o perjuicios, jajajajaja todos eran felices, compramos algunas chucherías y proseguimos nuestra navegación, ya caía la tarde cuando en un pequeño cerro observe un pequeño niño que se asomaba y corría y luego dos y después tres y así se hicieron varios los que corrían y gritaban mientras saludaban, la curiara se detuvo de repente en una orilla del caño donde un pequeño montículo de tierra impedía ver más allá de la orilla, la voz de Raúl me hizo saber que habíamos llegado a nuestro destino.

 

 

                                 


Comentarios

  1. José Vicente, tu historia me dejó sin palabras.
    Sentí cada escena como si la estuviera viviendo contigo: el río, la rabia, el abandono, la libertad en medio del peligro… Todo tan real, tan humano, tan tu. Es increíble cómo lograste convertir tanto dolor y vivencias difíciles en una narrativa poderosa que no se puede dejar de leer.
    No estás contando solo tu pasado, estás dándole voz a muchos que también vivieron sin ser escuchados.
    Sigue escribiendo, porque lo que haces no es solo memoria… es sanación, es coraje, es arte.
    Te admiro, y estoy orgullosa de ti.

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    1. Aun falta mucha tela que cortar mi hermana... sabe se que Uds. también sufrieron el abandono de nuestro padre pero bueno asi es la vida y lo importante es que el perdón nos hace libres

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  2. Hermano,me siento muy conmovida con tu historia de vida ,nunka me imagine q hubieses pasado por tanto,admiro tu valor y valentía quien ,desde muy niño tuvo q aprender a defenderse solo.Sigur adelante

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    1. Hola mi hermana Dios te bendiga, Uds. tampoco la han tenido fácil pero somos una raza guerrera y luchadora y eso no tiene discusión.

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