Reten de menores de los chorros
De nuevo después de doce hora de viaje me encontraba de nuevo en Caracas, esta vez montado en una patrulla rumbo a un reten de menores, solo por el hecho de ser abandonado por mi madre y no ser reclamado por un tio que se negó a ayudarme en el momento que más lo necesitaba, pero no había nada que hacer, ya contaba con dieciséis años y no era ningún niño, así que debía enfrentar mi realidad y así lo dispuse, me prepare mentalmente para lo que sea que viniera y con la experiencia que tenia sabia que iba a ser difícil, ya que en mi expediente constaba toda la historia incluyendo las fugas de los tres retenes anteriores y aunque había pagado mis delitos, mi historial asemejaba a una cicatriz en mi cuerpo que me acompañaría por toda la vida, llegamos a los chorros ya oscureciendo, los funcionarios me entregaron a los custodios y estos a la vez por la hora me encerraron en uno de los calabozos, habían allí algunos menores que estaban castigados por diferentes faltas entre ellas intento de fuga, me abordaron, preguntándome de donde venia y si traía algo de valor pero que podía llevar si hasta los zapatos que cargaba estaban rotos, me dejaron tranquilo y empezaron a hablar de como se podían fugar la próxima vez, que había una parte del paredón que presentaba menos altura que en otro sitio y que el maestro y los custodios que recibían guardia al dia siguiente les gustaba jugar a la cacería o sea te daban una oportunidad de dos minutos si tu decidias fugarte y después de ese lapso empezaban a perseguirte hasta agarrarte y molerte a palos para luego encerrarte en los calabozos, ninguno quería tomar el riesgo, solo uno estaba dispuesto pero decia que hacia falta otro para poder hacer posible la fuga y este conocía la parte del paredón por donde se podía hacer, sin pensarlo mucho me uní a la conversación y decidí acompañar a aquel que ofrecía tal oportunidad aun sin saber a ciencia cierta si era verdad todo lo dicho. Al día siguiente a eso de las ocho de la mañana nos sacaron al patio el director aun no llegaba, nos mandaron a formarnos y efectivamente el maestro acompañado con dos custodios que blandían rolos de madera en las manos después de dar los buenos días preguntó...¿quién de ustedes se quieren fugar? mi compañero y yo alzamos nuestras manos, una sonrisa de maldad se dibujo en sus rostros mirándose entre si, el maestro nos miro y pregunto...¿están seguros? y con un gesto de cabeza respondimos afirmativamente, bueno prosiguió el maestro, tienen exactamente dos minutos para hacerlo a partir de ahora, por un momento me quede helado pero mi compañero tiro de mi y comenzamos a correr, de verdad que aquel muchacho conocía el lado débil del paredón pues fuimos directamente hacia allá, a diferencia de San Juan este no tenía alambre de púas, mi compañero era un poco más alto que yo, asi que seria el primero en tratar de coronar la parte alta, usando mi cuerpo como soporte se montó en mis hombros y lo logró, luego extendió sus piernas para que yo me agarrara y subiera, de verdad que agradecí aquel gesto pues muy habría podido dejarme al pie de aquel paredón, calculo que el maestro y los custodios "quedaron locos" pues estimo que nos habíamos tardado la mitad del tiempo ya que no se veían rastros de ellos, corrimos por la avenida principal de los chorros y llegamos a los dos caminos, allí nos metimos a una construcción y nos escondimos por un buen rato, entramos a un pequeño cuarto donde se cambiaban los obreros y registramos sus ropas logrando obtener unos cuantos billetes de cinco y diez bolívares, no era mucho pero a la vez era suficiente como para resolver algo, al ver que no había ningún peligro decidimos salir, tomamos un autobús que nos dejo en el nuevo circo.
Al parecer el Nuevo circo tenia un vínculo muy estrecho a mi destino, Juan ( así se llamaba mi compañero) me dijo que nos fuéramos a maracay donde un tío de el.., yo lo pensé pero al final decidí seguirlo pues me queria alejar lo mas pronto posible de caracas por temor a ser recapturado ya que conocía muy bien cuales eran las consecuencias que esta acción acarreaba, por los menos en los retenes donde había estado , tomamos un autobús rumbo a maracay, claro ya no éramos unos niños éramos dos adolescentes y podíamos pasar desapercibidos, el caso fue que llegamos a maracay, el tío de Juan, un Sr de nombre Bartolo nos recibió muy amablemente, nos dio comida y nos alojo en una habitación, juan le había dicho que estábamos de paso y que veníamos de la población de altagracia de Orituco de donde eran oriundos ellos, después de comer, el Sr nos pidió quedarnos un rato a solas ya que el saldría a comprar algo, momento que aprovechó Juan para meterse en su cuarto y registrarlo, resulta que este Sr vendía prendas de plata y tenia una buena cantidad de ellas y Juan sabia donde las guardaba, las tomo todas y salimos de aquella casa con rumbo al terminal, yo nunca estuve de acuerdo con aquella acción pues me parecía muy mal pagar la buena hospitalidad de Bartolo de esa manera, pero no podía hacer nada al respecto pues si me quedaba me inculparían a mi solo y Juan estaría lejos con el botín, así que le seguí, en el terminal me dijo...mira chamo aqui se dividen nuestros caminos yo me voy para altagracia y tu tendrás que ver para donde coges, eso si compartió conmigo la mitad de las prendas y el dinero que nos quedaba y tomó su autobús, yo por mi parte tomé mi parte de las prendas y las negocie en el mismo terminal entre los conductores, las vendi rapidisimo a muy bajo costo pero lo suficiente para comprarme unos zapatos y una ropa decente ya que parecía un indigente con los zapatos rotos y la ropa en muy mal estado, luego de pensarlo tome un autobús para Calabozo, no se que me impulso a hacerlo, seria el cansancio de estar huyendo tanto o sería que quería sentir por un momento el calor de un hogar, en fin despues de tanto tiempo llegue de nuevo a Calabozo, me fui directamente a la casa de mi padre, pero las cosas habían cambiado drásticamente, Mi padre se había ido de la casa y estaba viviendo con aquella muchachita llamada Dora y le habia alquilado una casa, pero seguia visitando a Esperandia y a los niños, tenia una buena posicion pues le iba muy bien con las maquinas cosechadoras, Esperandia al verme se sorprendio, pero ,mas sorprendido quede yo cuando amablemente me invito a entrar, me conto todo lo mal que la estaba pasando, me dio la direccion donde mi padre estaba viviendo y me dijo que fuera alla para tratar de convercer a mi padre de que volviera a la casa, la verdad la vi desesperada pero no olvidaba todos los maltratos a los que fui sometido por ella, aunque como dije al principio ella me enseño todas las cosas que me ayudaron a sobrevivir, pero en ese momento no pensaba en eso, comi, descanse y al dia siguiente fui hasta la casa de Dora, era una casa sin muchos lujos pero comoda, mi padre no estaba, consegui a uno de los obreros de mi padre en esa casa, estaba muy comodo y hasta sin camisa, habia ido con mi hermano Marlon, estuvimos solo un rato y nos despedimos, llegamos donde Esperandia y le contamos sobre aquel obrero, mi padre llego en la tarde ya que habia sido informado por Dora de nuestra visita, me pregunto que hacia yo en calabozo y le dije que mi madre me habia mandado, Esperandia le conto lo que le habiamos dicho y se enfurecio, saliendo como un demonio, la verdad no se lo que paso despues pero esperandia estaba ilusionada ya que creia que esto le devolveria a su esposo... pero no fue así mi padre siguió con Dora, una semana después Esperandia empezó a tratarme mal a decirme que me fuera, en esos dias habia llegado un parque de atracciones a Calabozo y fui a buscar trabajo ya que estaban buscando personal para armar las estructuras, me dieron trabajo y allí dormía y trabajaba, estuvo este parque en Calabozo por un mes, luego nos fuimos a San Fernado de Apure, el dueño del parque, un viejo gordo con cara de cochino no quería llevarme pero al demostrarle que podía manejar cualquiera de sus camiones cambio de opinión, llegamos a las afueras de San Fernando pues había que esperar conseguir los permisos reglamentarios para instalar el parque, una semana estuvimos a las afueras hasta que por fin dieron los permiso, yo me sentía bien en el parque, trabajaba, ganaba dinero y lo que mas me gustaba era la cantidad de muchachas que se regalaban por unos cuantos tikes, nunca había hecho el amor tantas veces como en aquel parque, una mañana después de tres semanas, la hija del dueño salió dando gritos, el gordo había amanecido muerto, le había dado un infarto mientras dormía, esa misma semana fuimos despedidos todos y me toco regresar a Calabozo, claro llevaba algo de dinero, lo suficiente para sobrevivir, llegue de nuevo a las casa de Esperandia y esta me recibió de muy mala gana, me reclamo que yo no había podido hacer nada para que mi padre volviera y como yo no le contestaba agarro el mandador y me dio dos fuetazos, pero yo ya no era aquel niño que ella conocía, le quite el mandador y Levanté mi mano para darle a ella tambien pero me contuve, no se que vio ella en mi mirada que retrocedió asustada y salió de la casa dejándome solo, me meti en su cuarto y saque todas sus prendas, un buen reloj y unas cadenas de oro así como los anillos de matrimonio, me fui para el terminal y tome un autobús para Caracas.
Cuando llegue a la capital me fui hacia guarenas donde había escuchado que estaba viviendo mi tia lula, ella me recibió con los brazos abiertos, su esposo me quito el reloj y me dejaron dormir en el patio en un carro viejo mi tia no estaba de acuerdo pero el que mandaba era el marido, acepte y en la semana ayude con los gastos con la plata que tenia ahorrada y lo que obtuve con la venta de las demás prendas, cuando se me acabo la plata el tipo me corrio y quede en la calle de nuevo, me puse a robar ropa en la noche de los tendederos de los edificios y alli me capturaron un grupo de vecinos que me entrego a la policía.
Leerte, es vivir contigo cada uno de esos momentos, como si uno estuviera allí mirando desde una esquina. Llegar a Caracas esposado, solo por no tener a nadie que te reclamara… eso ya te marca para toda la vida. Y aun así, tú entraste al retén de los Chorros con la mente lista, sabiendo que te esperaba algo difícil, pero con la determinación de aguantar.
ResponderEliminarLa forma en que decidiste unirte a ese muchacho para fugarse, sin siquiera conocerlo bien, demuestra que tú siempre preferiste correr un riesgo antes que quedarte atrapado. Esa escena del paredón, usando tus hombros para ayudarlo a subir, y él devolviéndote la mano… fue de película. Pero real. Dos minutos para huir, y ustedes lo lograron. Solo alguien con tu valentía lo habría intentado.
Luego lo de Maracay… llegar a casa de Bartolo, recibir comida y cama, y ver cómo Juan le paga robándole todo. Tú no estuviste de acuerdo, y lo dices. Pero también sabías que si te quedabas, te cargaban todo a ti. Siempre moviéndote entre la necesidad y la conciencia. Al menos él tuvo el gesto de darte la mitad. Y tú, con eso, hiciste lo justo: vendiste lo necesario, te vestiste bien y seguiste adelante.
Volver a Calabozo fue otro capítulo fuerte. Esperandia te abrió la puerta con sorpresa, y aunque algo de calor humano hubo, también volvió el trato de siempre: utilitarismo y desprecio. papá ya no estaba allí, se había ido con Dora, y tú aún tenías la esperanza de que su regreso a la casa pudiera unir algo… pero no. Las cosas no cambiaron. Y cuando fuiste a verlo, ni siquiera lo encontraste; solo un obrero cómodo en su lugar.
Después, el trabajo en el parque: por fin un respiro. Dormías allí, trabajabas, ganabas algo, y te sentías libre. Incluso disfrutabas algo que nunca tuviste antes: tu juventud. Pero vino la muerte repentina del gordo, el dueño, y de nuevo todo se vino abajo. Despedido, sin plan B, otra vez buscando hacia dónde caminar.
Y una vez más Calabozo, donde Esperandia solo te volvió a recibir para culparte. Cuando intentó pegarte, ya no pudo. Porque tú no eras el niño indefenso de antes. Te defendiste sin agredir. Y saliste con lo poco que pudiste tomar, buscando un nuevo rumbo.
Guarenas fue otra oportunidad: tu tía Lula te abre la puerta, pero su esposo te quita el reloj y te manda a dormir en un carro. Aun así colaboras, ayudas, y cuando se acaba el dinero, te botan. De nuevo en la calle. Y todo esto, apenas con dieciséis años.
cada cosa que has vivido es demasiado para una sola vida, y sin embargo lo cuentas con una claridad y una fuerza que impacta. Gracias por dejarlo escrito. No por buscar lástima, sino porque esta verdad merece ser conocida. Porque tú no solo sobreviviste: creciste, resististe, y aquí estás.
Te abrazo fuerte, siempre con respeto y orgullo.