Reten de menores de pozuelo, Pto la Cruz.

 

Luego de mi espectacular fuga de la pastora, baje nuevamente al nuevo circo, (por eso decía que el nuevo circo era como un vínculo en mi vida y es que esta tampoco sería la última vez que anduviera en sus espacios), llegue hasta allí y me toco pedir plata entre los viajeros, afortunadamente hubieron personas que me apoyaron y con eso pude comer algo y prepararme para comprar la prensa en la noche, me escondí entre las riberas del rio Guaire el resto del día y aproveche para descansar un poco, durante la noche salí a comprar la prensa y pude venderla toda a Dios gracias, me encontré con uno de los menores con quien en el pasado había compartido antes de conocer al viejo  Rodolfo, él estaba trabajando de colector en una línea autobusera y me ofreció ayuda, recuerdo que eran las cinco de la mañana exactamente cuando me senté en un banco a esperar su repuesta y llego la policía, al no tener cedula me llevaron al módulo policial y de allí a la jefatura de la catedral que no era más que un depósito de detenidos donde convergían cualquier cantidad de personas por distintos delitos, carteristas, arrebatadores, drogomanos, indocumentados y una celda aislada para los menores, a las nueve de la mañana fui llamado y me preguntaron nombre, cedula etc. y las razones por las que estaba vagando en el nuevo circo ya que esa era la razón que habían puesto los policías en el informe, me acorde que diablo rojo me había hablado de un pueblo llamado Pto la Cruz y que si algún día llegase a ir por esos lados lo buscara por la plaza bolívar donde estaban los limpiabotas, así que les dije a mis interrogadores que mi madre vivía en Pto la cruz y que yo estaba viviendo con mi abuela en caracas pero que esta había fallecido y que mi estadía en el nuevo circo era buscando la manera de ir a ese pueblo a reencontrarme con mi madre y me creyeron, me volvieron a llevar al calabozo y a las dos de la tarde me llamaron nuevamente para ser trasladado a Pto la Cruz pero eso si al retén de menores “mientras localizaban a mi madre” para entregarme a ella y así emprendimos el viaje a una tierra de la que no tenía ni la más remota idea de cómo era.

 

Siete de la noche llegamos al retén de pozuelos, los policías se habían portado bien durante mi traslado, me habían brindado comida y no habían preguntado mucho, nos recibió el maestro de turno, después de los trámites legales, verificación de informe y otras vainas quedé al resguardo de aquel maestro, por la hora fui encerrado en una celda al lado de los dormitorios, pero había una cama litera que se veía cómoda para descansar y así me dispuse a hacerlo, cuando escuche una voz que me hablaba…..Chamo, chamo escuche que me llamaban, busque el sonido y en la parte de arriba de la litera había una pequeña abertura que se comunicaba con el dormitorio principal, me subí a la parte alta de la litera y aquella voz me pregunto, De dónde eres? De caracas respondí, te quieres fugar me dijo aquella voz, mi mente reacciono como si hubiesen activado un circuito, claro que me quería fugar porque que iba a decir cuando me preguntaran la dirección de mi madre, que iba a pasar cuando al descubrir mi mentira empezaran a investigar y se dieran cuenta que tenía mas fugas que papillon aquel que se fugó de la prisión de alcatraz y que había sido mi inspiración después de leer su libro en el retén del Santeliz, claro que si conteste con voz nerviosa y aquella voz me dijo, vez la ventana arriba del closet?, si la veía era una pequeña ventana que me hizo recordar a la de la pastora, si le conteste, por allí se fugaron dos menores esta madrugada y aun no la reparan, fíjate en una de sus esquinas y allí veras que esta despegada…suerte me dijo, no sé si en forma irónica o en forma sincera pero la verdad es que me había dado una posibilidad de ganar mi libertad y era algo que no dejaría pasar por alto.

La calma reinaba en el retén, todo era silencio absoluto, me subí al closet que estaba hecho de concreto y vi la ventana, la detalle y efectivamente tenía una de sus esquinas despegadas, recordé claramente mi fuga del santeliz, era casi el mismo patrón, pero ahora estaba solo, se necesitaba de apoyo para mantener esa parte de la ventana despegada un espacio parar poder pasar, las demás esquinas estaban bien pegadas por lo que era imposible hacerla ceder completamente y aun así lo intenté, aplicando fuerza con mi espalda logre hacerla ceder y pase la primera parte de mi cuerpo, en ese momento escuche una voz que grito….” Maestro, maestro el nuevo se escapa” creo haber identificado aquella voz como la misma que me dio el pitazo, no estaba seguro pero lo cierto es que me encontraba con medio cuerpo atrapado en aquella ventana y el maestro ya estaba abriendo la puerta, desesperado hice un último esfuerzo y logre pasar la otra parte de mi cuero justo cuando el maestro se subía a la litera y estaba a punto de agarrarme, caí en un patio y empecé a correr sin dirección pues estaba más que perdido y la oscuridad no me ayudaba, salte una cerca y corrí en dirección a una luces que veía y que eran una barriada, escuchaba tras de mi gritos de persecución, me escondí en el excusado de uno de los ranchos, el dueño me había visto meterme allí y dio aviso a mis perseguidores y allí me atraparon, el maestro me dio un golpe tan duro en el centro del pecho que corto mi respiración y sentí morir, me amarraron y fui llevado de nuevo al retén, después de una paliza fui encerrado esta vez en un calabozo de castigo, totalmente desnudo y me mojaron con agua fría, bueno esto último no me afecto tanto pues ya estaba acostumbrado a este tipo de trato, en la mañana me dieron un uniforme y me llevaron ante el director que me recibió con cinco palazos en mis nalgas para luego leerme las normas y de nuevo al calabozo por una semana, después de esa semana me sacaron, me asignaron mi cama en el dormitorio y me integraron al resto de los menores,  pasamos al comedor, desayunamos y luego  a la cancha, este reten era puro ocio, con unas instalaciones pequeñas, no contaba con ningún espacio educativo y el único entretenimiento era jugar en la cancha, un lugar rodeado de paredes altas, pero yo la había visto más altas, estaba observando bien el terreno cuando se me acercaron tres menores, el portuguesito, El quemado y escaparate, eran de lo peor tenían un prontuario abultado y eran los más respetados en el retén, se sentaron a mi lado diciéndome, tú tienes bolas, de donde eres? Soy de caracas respondí, y porque estas aquí? Porque me fugue de Maturín  y San juan de los Morros, aunque no era mentira lo de mis fugas, si era mentira el motivo pero pensé que con esto me ganaría un poco de respeto ya que estaba en una tierra desconocida,  ellos me miraron y volvieron a preguntar, pero como fue que te trajeron aquí, y les conteste, les dije que mi madre vivía aquí en Pto la Cruz pero la verdad es que busco a un amigo apodado el diablo rojo que me hablo de este pueblo, me volvieron a mirar pero esta vez un poco extrañados y preguntaron, diablo rojo? ¿Uno que es de Tucupita?  si les respondí y en ese momento me extendieron sus manos en señal de amistad, diablo rojo es nuestro amigo y si tú eres amigo de él, eres también nuestro amigo, les estreché la mano y justo en ese momento fuimos llamado para el almuerzo, habían hecho cambio de guardia y ahora estaba otro maestro, después de almorzar nos llevaron al dormitorio donde debíamos permanecer hasta las tres de la tarde donde salíamos de nuevo a la cancha hasta la seis que era la hora de la cena, ya en el dormitorio empezamos de nuevo a conversar, yo estaba siempre a la defensiva porque después de los últimos sucesos no confiaba  en nadie absolutamente, ellos me señalaron a un menor y me dijeron, ese fue el que te hecho la paja, a la vez que me dieron un chuzo hecho del mango de una cucharilla, no lo pensé tome aquella pequeña arma en mi mano y fui directo hacia a aquel menor sin detenerme a pensar si era verdad o mentira aquella información, lo cierto es que clave aquella pequeña arma más de dieciséis veces en su cuerpo, mientras gritaba, a Dios gracias que era una arma pequeña y todas las heridas fueron superficiales, pero esto me ocasiono más problemas, entraron los dos maestros de turno y me dieron otra paliza, ya mi cuerpo resentido por la reciente paliza y el golpe en el pecho no aguantaba más palo y caí desmayado, cuando desperté estaba de nuevo en el calabozo, desnudo y mojado, al día siguiente me llevaron de nuevo ante el director quien tabla en mano empezó a preguntarme el origen de aquel “chuzo” pues yo no había tenido el tiempo suficiente para fabricar uno, mi silencio lo irrito y su tabla descanso en mi trasero una docena de veces, al ver que me iba a sacar nada me mando de nuevo al calabozo por dos semanas.

Al salir me esperaban mis nuevos amigos, esta vez se mostraban orgullosos de que no los había delatado y elogiaban mi lealtad y silencio, me convertí en uno más de ellos, solo que no participaba en algunos de sus abusos con los demás menores y esto hizo que empezaran a verme con cierto recelo, pero les aclare que no me importaba los que ellos hicieran pero que tampoco estaba obligado a hacer cosas que no quería, que si querían ser mis amigos estaba bien pero bajo esas condiciones, ellos aceptaron pues mi actuar siempre era callado y reservado ante cualquier situación, puesto que los maestros no eran ajenos a nuestra amistad cada vez que ellos cometían algún abuso también era castigado yo pero siempre me mantuve firme y en silencio, mucha veces los menores abusados me salvaban al decir que yo no había participado en los abusos y me dejaban tranquilo, ya habían pasado dos meses desde mi llegada al retén, yo parecía tranquilo pero siempre estudiando la forma como fugarme hasta que la vi, la ventana de la cocina por donde se nos daba la comida, por allí teníamos que pasar en fila y cada quien retirar su vianda, pero había visto una pared que se podía saltar, nunca dije nada, no comente nada solo observe y tres días después me decidí a intentarlo.

Un día mas, todo normal, hora del desayuno, todos haciendo la fila para retirar las viandas, yo con una solo idea en mi cabeza, al pasar por la ventana me prepare mentalmente, era un riesgo con pocas probabilidades de éxito solo contaba con el factor sorpresa y debía aprovechar ese pequeño lapso de tiempo, adentro en la cocina, dos señoras y un ayudante, afuera los maestros observando y los menores concentrados solo en las viandas, salte por la ventana, fue un salto limpio, llevándome a mi paso todas las viandas alineadas listas para ser retiradas, el ruido despertó las alarmas, en la cocina todos miraban perplejos como subía al paredón y ganaba la calle, corrí muy duro pues debía aprovechar el tiempo que se tardarían los maestros en abrir la puerta y salir a la calle, tome por una barriada cercana y me perdí entre sus casas y callejones, bueno ya estaba en la calle ahora a buscar la manera de que no me encontraran, camine de manera normal sin levantar sospechas, salí a una avenida principal, tome otro barrio y  camine por un largo rato, olía a mar igual que en la guaira, el olor era cada vez más fuerte, salí a la calle y pude ver frente de mi al  mar, fui hacia él y camine por sus orillas, llegue a un sitio llamado playa los cocos, veía muchos botes de pescadores y personas que convergían en una comunidad, me acerque y pregunte donde quedaba la plaza Bolívar, estaba muy cerca a escasas seis cuadras, me detuve entre unas piedras a orillas de aquel mar y descanse por largo rato, desde allí podía ver unos grandes barcos anclados a los lejos así como un puerto donde habían otros barcos de menor envergadura que más tarde supe que eran los ferry que iban hacia margarita, todo esto era muy nuevo para mí, aunque ya había visto barcos a lo lejos en la guaira y también de cerca en el rio Orinoco cuando fui a la selva, una isla un poco lejos llamada la borracha se veía imponente como emergiendo del mar, salí de nuevo y llegue al paseo colon, muchos hoteles, restaurantes y comercios hacían vida frente aquel paseo, volví a preguntar dónde quedaba la plaza bolívar y esta vez llegue a ella después de caminar dos cuadras más, vi a los limpiabotas eran ocho hombres dedicados a este oficio en un espacio frente a la plaza, me acerque un poco receloso y le pregunte a un Sr de mediana edad a quien apodaban “el lencho” si conocía a diablo rojo a lo que me contesto que no, el a la vez pregunto a dos más que resultaron ser sus hermanos, “el morocho” y “chiquito” y la repuesta de ellos fue igual nadie conocía a diablo rojo en aquella plaza, un poco desalentado decidí retirarme, cuando lencho me llamo y pregunto dónde yo vivía, le dije que venía de caracas y que no tenía donde quedarme el me ofreció hospitalidad en su casa y llamo a sus hermanos que también me ofrecieron cobijo, era raro porque unas personas a quien no conocía ni ellos me conocían me ofrecieran hospitalidad, pero que podía hacer solo aceptar a todo riesgo, lencho recogió su silla, su cajón los guardo y luego fuimos a un abasto donde compro algo de comida, sus hermanos se quedaron en la plaza, nos dirigimos a una parada y tomamos un carro hasta el barrio las delicias donde quedaba su casa o mejor dicho donde vivían los tres hermanos

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