Un gran botín,
un gran problema
La noche llego con su luna menguante y un cielo estrellado,
fuimos a la casa de chala a ver aquel botín, no sé por cual razón no había dicho
a nadie sobre el dinero ni el revólver, la verdad es que no confiaba ni en mi
sombra, el bolso se lo había dejado a mamá Segunda pues estaba más que seguro que
ella respetaría mis instrucciones de no abrirlo, lo cierto es que llegamos a
donde chala y empezamos a abrir las maletas, una estaba llena de pantalones bluyín,
otra de vestidos de niñas pero de esos de niñas ricas, la otra tenia además de
franelas de buena calidad, zapatos, colonias, batas de baño y otras vainas,
como ya era conocido en aquella barriada me dispuse a regalar un buen lote de
cada una de las mercancías entre la gente de aquella comunidad y en unas
cuantas horas habían una buena cantidad de muchachas y muchachos luciendo “sus
estrenos” así como niñas vistiendo como ricas pero con cholas en los pies o
descalzadas, uno de los bolsos se lo regale a los hermanos sin ver que
había adentro y el otro a la vieja chala “por la segunda” un saco lo guarde casa de
mama Segunda y el otro se lo regale para ella y esmeralda y aun así me quedaba bastante mercancía que se la di a Priscila no
sin antes quedarme con dos pares de zapatos, seis bluyines y otras tantas
franelas, igual me quede con tres colonias y otras cosas para mi uso personal,
luego le pedí el bolso a mamá Segunda, saque trecientos bolívares, le dije que
me lo guardara de nuevo y me fui a la esquina a fumar y a beber, estaba en eso
cuando vimos que venían varias patrullas como alma que lleva el diablo,
corrimos y a mí solo me dio tiempo de meterme en casa de Chala, era bemba e chicha
que venía endiablado y se puso peor cuando empezó a ver a la gente vestida con
lo robado, se bajó de la patrulla y empezó a preguntarles de donde habían sacado
la ropa y los más inocentes solo decían no las dio el caraqueñito, aquel hombre
vociferaba que me iba a matar, preguntaba dónde estaba pero la calle estaba prácticamente
sola…si una cosa tengo que agradecer a la gente de las delicias es la lealtad
que tuvieron hacia mí, pero como nunca falta un sapo le dijo al bemba que yo
estaba casa de Chala, se metió en la casa a buscarme, Chala era una vieja muy
gorda, margariteña que usaba batas muy anchas y siempre
estaba sentada en un mimbre por su obesidad, cuando bemba se metió en la casa
ya yo estaba en medio de las piernas de ella tapado con la bata, el hombre decía
“yo sé que está aquí Chala” entrégamelo y Chala respondía, pero registra hijo
el diablo que aquí no hay nadie, pero saben Chala era la mama del chino gogo un
delincuente ladrón de bancos y joyerías el cual era respetado hasta por los policías
y por esa razón el bemba no iba más allá de sus amenazas, total que el hombre
se fue no sin antes seguir amenazando que iba a matar en cuanto me agarra, salí
de las piernas de chala hediondo a cuchara vieja pero vivo y en libertad.
Esa misma noche busque el bolso, la ropa y me fui hacia
el ferry rumbo a margarita, llevaba conmigo la dirección de un viejo, hermano
de Chala que tenía una pensión en conejero un barrio de aquella isla, regale
todo solo deje el saco que había dejado donde mamá Segunda, me fui con la bendición
de ella y las lágrimas y abrazos de las demás personas, nunca me había sentido
tan querido.
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