De nuevo en puerto la cruz

 

          Mi estancia en Margarita había sido más que placentera, muy fructífera llegue cargado de nuevas energías, planes y dinero, llegue muy disimuladamente a los alrededores de la plaza bolívar y mande a llamar a lencho quien al verme me abrazo con ese cariño que siempre me había demostrado, luego de conversar un rato me advirtió que el Bemba había ido varias veces al barrio siempre amenazando que al encontrarme me mataría, alquile un pequeño apartamento amoblado en las inmediaciones  del paseo colon y empecé  a planificar cómo calmar a aquel policía asesino y corrupto para que me dejara en paz, afortunadamente lencho tenía una idea, quedamos en vernos al día siguiente en un restaurante llamado la perla negra que quedaba a orillas  de la playa, le dije que trajera con él a sus dos hermanos para celebrar mi regreso. Efectivamente allí estaban ellos a la hora pautada y con ellos venia un policía que vivía en el barrio pero que era de confiar y seria mi enlace para negociar con el Bemba, comimos, tomamos un poco y quedamos en que en dos días siguientes nos veríamos en el mismo sitio y  me tendría una repuesta, nos despedimos y le mande algo de dinero a Priscila y a mama Segunda al igual le di un poco a los hermanos y al policía, compre algo de ropa y unas gorras y así me mantuve bajo perfil durante esos dos días.  

        Cuando volvimos a encontrarnos ya me tenía una repuesta, el bemba quería el revólver y parte de la mercancía, así como algo de efectivo para “olvidar el caso” accedí a la negociación, le pedí a lencho que le dijera a mama pancha que me visitara y me trajera lo que me había guardado y que el saco con la mercancía que me había guardado también se lo entregara al policía quien vendría pasados dos días a buscar el resto con el mismo Bemba pues quería estar seguro a pesar del riesgo que esto implicara de que estaba negociando mi tranquilidad con él personalmente, mama Segunda llego al día siguiente acompañada de esmeralda, nos fundimos en un abrazo donde hubo lágrimas incluidas, las lleve a un restaurante y le convide su plato favorito, cataco frito con arepas y tajadas, como amaba a aquella viejita que se había convertido en más que una madre para mí, me entrego el bolso tal cual como se lo había dejado, después de caminar un rato por el paseo colon y visitar unas tiendas donde le compre unas batas margariteñas y unas cholas  nos despedimos no sin antes darme su bendición. Ahora tocaba esperar entrevistarme con aquel policía que había jurado matarme, pero lencho me tenía otra sorpresa  esa tarde me visito y trajo con él a otro personaje, era el hijo de la vieja chala, el famoso chino Gogo, ladrón de bancos y joyerías temido hasta por los policías, llegaron en un carro último modelo, al principio pensé que era otro policía porque aunque había escuchado de él y el de mí, no lo conocía personalmente, fuimos a un restaurante y me ofreció su ayuda para salir del acoso del bemba lo cual acepte, quedamos en vernos una hora antes de que aquel policía se  encontrara conmigo, llegamos a restaurante una hora antes de lo pautado él se sentó en una mesa apartada y discreta junto a dos de sus lugartenientes, esperamos pacientemente y llego el hombre acompañado del policía que había servido de enlace, por lo menos no había venido en son de montarme una trampa y eso era un alivio, me vio y se sentó frente de mi diciendo al grano carajito me trajiste lo que pedí, le dije cálmate un poco y tomate algo, se exaspero y levantándose casi me grito, cálmate un coño yo no vine a hablar paja contigo, vine a que me entregues lo que pedí, en ese momento el chino  se levantó de su mesa y se dirigió a la nuestra y parándose en frente y dejando ver una gran pistola en su cinto dijo, el carajito te está diciendo que te sientes y te calmes y eso vas a hacer, cuando el bemba vio al chino y a los otros dos hombres su rostro palideció, las piernas le temblaron y unas gotas de sudor empezaron a asomarse en su frente, se sentó pesadamente  y miro con angustia al otro policía, sabía que el chino no era hombre de jugar y que podía quitarle la vida en ese mismo instante, las palabras del chino sonaron como música a mis oídos, este carajito está protegido por mi  si algo le pasa, te mato a toda tu familia así que llega a un acuerdo con él y conserva tu miserable vida, dicho esto dio la espalda y se fue a su mesa, el bemba estaba más que asustado, el temblor de sus manos lo delataba, tomo un sorbo de agua y me dijo, coño carajito porque no me dijiste que eras amigo del chino por ahí hubieses empezado y  no tendríamos diferencia, no conteste a su pregunta solo le mire a los ojos y  le dije soy un hombre de palabra, extendí un sobre manila con el revólver, 200 dólares y diez mil bolívares en billetes de a cien, al otro policía le di  también doscientos dólares y cinco mil en billetes de a cien, le dije que le entregara el saco con la mercancía al bemba y a este le dije, espero que no me molestes más y que no te acerques más a mí, dicho esto me pare de la mesa y le di la espalda dirigiéndome a la mesa del chino, cuando voltee ya no estaban, pedí una botella de wiski etiqueta negra y  nos tomamos unos tragos, el chino me dijo no le hubiese dado nada a ese pendejo pero yo le conteste… era un trato y la palabra es un documento a lo que me extendió la mano en señal de amistad y me dijo mi mama me ha hablado mucho de ti, me ha contado como ayudas a la gente del barrio y eso es digno de admirar si algunas vez necesitas de mi ni dudes en contactarme, necesito a hombres como tú a mi lado, así que piénsalo y me avisas, nos despedimos y me fui a las delicias luego de entregar el apartamento.

       Estaba feliz de regresar las personas me rodeaban, las muchachas me veían con cara de querer comerme, las viejas me abrazaban y los niños no dejaban de halarme por los pantalones, mama segunda ya me había preparado una rica comida y Priscila también me esperaba en el rancho.

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